Josep Lluís Bonet Presidente de la Cámara de Comercio de España y del Grupo Freixenet

“Lo prioritario es el diálogo; desde la buena fe puede llegar el consenso”

“Los efectos del soberanismo sobre la economía son mínimos, pero sí ha congelado algunas inversiones”

Josep Lluís Bonet entregó los Premis a la Internacionalització en Tarragona. FOTO: XAVI JURIO.

Como presidente de la Cámara de Comercio de España, Bonet recuerda el "dificilísimo" momento vivido cuando en 2010 el Gobierno Zapatero retiró la adscripción obligatoria: "Las Cámaras se quedaron groguis y lo pasaron muy mal". La nueva ley refunda el sistema y crea un nuevo modelo. "Tiene virtudes, como la mayor presencia empresarial, y también inconvenientes, que pueden no serlo, como lo que yo llamo el principio de utilidad del sistema". Las empresas realizan aportaciones voluntarias por los servicios que reciben o por la conciencia de fortalecer la representación institucional del empresariado. "Si sirven -sintetiza- sobreviven, y si no, no; la Ley está siendo mejorada porque las Cámaras, en la práctica, ejercen funciones públicas que deben ser compensadas, eso sí, sin un recurso cameral permanente, que yo creo que no toca, porque eso de que llueva dinero sin contrapartida no tiene sentido".

Roberto Villareal / Tarragona

¿Detecta algún coste económico como efecto del conflicto soberanista?

Por ahora no, o mínimo. Sí lo tiene en las inversiones previstas, por parte de empresas que, de manera que yo entiendo lógica, se esperan a ver qué pasa. Dicho esto, creo que daño emergente aquí no ha habido, quizá algo mínimo; lo que sí hay es este lucro cesante de gente que está con idea de invertir, porque Cataluña es muy atractiva, y están en espera.

Siempre se repite que nada frena tanto a los empresarios como la incertidumbre.

Sí, así es. Yo lo entiendo lógico. Uno quiere y tiene la voluntad de hacer una operación, pero las circunstancias aconsejan esperar un poco. Eso es justo lo que está pasando.

¿Los centros de decisión de las grandes compañías se han llegado a plantear realmente un cambio de ubicación de sus sedes corporativas en Cataluña?

Por supuesto. Cualquier empresario tiene que prever eventualidades, y esto no quiere decir que lo haga de una manera formal, sino que está viendo lo que pasa y actuará en función de este análisis. El empresario tiene que adaptarse a las situaciones.

¿Prevé un escenario de independencia?

Mi opinión es que no. Si es así, no pasará nada. En caso contrario, habrá movimientos, está claro.

¿Lo vive con preocupación?

Hombre, preocupación... mucha, no hay ninguna duda. Es nuestra vida, la vida de nuestra gente. Y para las empresas es un tema esencial. Otra cuestión, en mi opinión y en lo que yo conozco, es que las empresas no creen que se llegue a la independencia. Están expectantes... también percibo un deseo de superar esto, volver a la normalidad y aprovechar la oportunidad que tienen las compañías catalanas y españolas hacia el futuro. Yo soy optimista, lo reconozco, y creo que aparece una ventana de oportunidad en los próximos cinco o diez años.

¿En qué sentido? ¿Coyuntura económica? ¿Política?

De estructura. Lo que está pasando es que, a partir de la realidad de la globalización, que es un hecho que no cambia nadie, las economías se han de adaptar, y eso significa internacionalización de las empresas. España, con Cataluña en cabeza, se está adaptando bien, con unas 500 empresas multinacionales que tienen peso en el mundo. Afortunadamente dimos el salto en su momento y ha sido importante para superar una crisis muy grave. Ahora, además de las grandes, hay un verdadero ejército de pymes que están saliendo fuera.

¿Por qué ese 'boom' de conquista de mercados exteriores?

Se debe a la crisis misma. Yo que presido la Fira de Barcelona y tengo muchas oportunidades de hablar con empresarios he comprobado el cambio de discurso. Hace diez años, sobre todo las pymes, me decían que ellos no salían de aquí ni a rastras. Te explicaban que estaban cómodos con el mercado interior, que ganaban dinero con pocos problemas. No querían líos. Evidentemente, miles de los que hablaban así se han quedado en el camino. En pocos años la evolución ha sido tremenda: ahora escuchas, yo salgo como sea. Han visto que los que estábamos fuera hemos sufrido la crisis, pero mucho menos que los que no habían diversificado.

¿Se están haciendo bien los deberes?

Siempre se puede mejorar, pero pienso que se han hecho bien. Además descubres dinámicas interesantes, por ejemplo en esta zona en la que está abriendo brecha en África, que es un mercado de futuro. Es un gran mérito de las Cámaras de Tarragona o de Tortosa. Me he topado con esta realidad virtuosa, que se han espabilado y sirven a las empresas que van por el mundo y particularmente en mercados tan difíciles como el africano.

¿Cómo ve las relaciones de las empresas catalanas con el mercado español? Precisamente ustedes ya sufrieron la 'guerra del cava'...

Mi opinión personal, cuando yo he oído a dirigentes soberanistas que la independencia no provocaría ningún efecto... no lo comparto en absoluto.

¿Ve una puerta al diálogo, toda vez que se remansen las aguas?

Estamos en un momento en que lo prioritario, una vez que se supere esta situación extrema que tenemos estos días, será el diálogo. Diálogo en todos los niveles y llegar a consensos, incluido el mundo político y social en Cataluña, porque ha habido y hay fractura. No hemos padecido especiales males, pero fractura sí, y confusión mucha. Sólo hace falta ver los que está sucediendo esta semana. Hay que sentarse serenamente, hablar... uno de los inconvenientes es que no se ha hablado. Cada uno ha ido por su lado y eso no es bueno. En todas las facetas de la vida el diálogo es fundamental, y aquí ha faltado, por lo que toca recuperar el tiempo perdido.

Como clase empresarial, ¿conciben algún tipo de presión para forzar este acercamiento?

No sé si presionar es la palabra. Lo que sí le digo es que nos ponemos a disposición para lo que haga falta con tal de superar este momento y hacer algo constructivo. Requiere la unidad de todos, y desde la buena fe se puede llegar a consensos.

Testigo directo de la 'guerra del cava'

Doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona, donde ejerció como profesor de Economía Política y Hacienda Pública desde 1963 a 2012, Josep Lluís Bonet (Barcelona, 1941) acumula cargos de gran relevancia como la presidencia del Grupo Freixenet desde 1999, la Fira Internacional de Barcelona (2004) o la Cámara de Comercio de España (2014). También ha presidido siete ediciones de Alimentaria Barcelona, entre otras altas responsabilidades que pueblan una trayectoria impresionante. Es también la cabeza visible de AMRE, la asociación que aglutina las marcas famosas españolas. Bonet ha visitado recientemente Tarragona para la entrega de los premios a la internacionalización otorgados por la Cambra de Comerç a las empresas Dow Chemical Ibérica (Premio Extraordinario), Biovet (innovación científica) y Presspart (crecimiento internacional).