La preocupante evolución del absentismo

Ferran Pellisé Guinjoan. Director de prestaciones Activa Mutua

Redacció / Reus

Este martes el FMI ha elevado el crecimiento de España para 2017 hasta el 3.1%, cinco décimas más desde el 2.6% previa. No obstante Christine Lagarde ha reiterado que hay deberes pendientes. Se pone el acento en la necesidad de reducir el desempleo estructural y fomentar la productividad. Insiste en que si no hay más reformas "la economía seguirá siendo vulnerable a las turbulencias". Sobre la mejora de la productividad queremos insistir en las cifras de absentismo que estamos sufriendo, los posibles motivos de su crecimiento exponencial y algunas soluciones para poder ir mejorando este elemento.

Es inadmisible que la tasa de absentismo sea tan cíclica, y menos que presente un crecimiento exponencial, en los momentos de mejora económica. En los años de crisis económica como, el 2012 y 2013, las cifras eran de 4.3% y el 4.1% respectivamente, hasta alcanzar en 2015 un 4.7%. Y este 2017 es muy probable que se supere el 5%. Esta situación obliga a que deban adoptarse medidas estructurales y no simples ajustes.

En relación a las patologías más destacadas, estas son las vinculadas a temas traumáticos y específicamente en la zona lumbar (el 13% de los casos). A nadie sorprenderá que nuestra principal propuesta sea reconocer a las mutuas para que puedan asumir la gestión sanitaria integral de los procesos de ITCC derivados de patologías traumatológicas. Por contar con experiencia en el tratamiento de estas patologías y así favorecer de forma significativa, en la reducción de las listas de espera. Son más de 100 años de experiencia en la salud laboral y especialmente traumatológica en los accidentes de trabajo.

La segunda patología mayoritaria en el rànking son las dolencias psicológicas (una incidencia superior al 10%) y con una alarmante evolución. El trastorno depresivo mayor, es según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la principal causa de discapacidad en el mundo. Según cifras que publicó este organismo internacional, hacia el año 2020, producirá más discapacidad que los accidentes de tráfico y los accidentes cerebrovasculares (ACV) o las enfermedades pulmonares, afectando sobre todo a quienes estén entre los 20 y los 50 años de edad. Estas cifras no son nuevas, con lo que es urgente afrontar desde el servicio público de salud, programas específicos sobre esta materia. Establecer un mejor feedback entre el Servicio Público y las Mutuas en relación a las bajas psiquiátricas/psicológicas de tipo leve (ansiedad), aprovechando el servicio que dispone las Mutuas para orientar al médico de familia

Respecto a los que detectan fraude en la percepción de esta prestación nuestra propuesta iría encaminada a establecer mejoras de control de la incidencia de las bajas de los pacientes reincidentes, dando más relevancia a la Inspección médica para la gestión del inicio de estas bajas. La teoría es que las ausencias cortas y frecuentes, y no planificadas, son más perjudiciales que las largas ausencias. Es por ello que requerimos a todos los gestores de esta prestación utilizar la fórmula Bradford (B=S2* D. S= Número total bajas de un individuo durante un período, y D= días de ausencia). Esto permite detectar las personas que destacan por la frecuencia de las bajas y por su duración, en lugar de detectar solo las unas o las otras.

A efectos de ilustrar que no es el sector de mutuas exclusivamente quien considera que no se han conseguido los objetivos marcados con el funcionamiento del Real Decreto 625/2014, de 18 de julio, por el que se regulan determinados aspectos de la gestión y control de los procesos de incapacidad temporal en los primeros trescientos sesenta y cinco días de su duración (Orden ESS/1187/2015, de 15 de junio, por la que se desarrolla) nos gustaría hacer mención al artículo publicado en Diario Médico este 23 de enero de 2017, cuyo titular es : "El nuevo sistema de partes no ha reducido ni la duración ni el número de bajas por IT".

Destaca dicho artículo su implantación paulatina por las distintas CC.AA restando todavía Madrid, Baleares, Ceuta y Melilla transcurrido un año desde su entrada en vigor. A lo que hay que añadir que el objetivo impuesto por el INSS a las CCAA para el cumplimiento de los objetivos de los Convenios de Financiación entre la Secretaría de Estado de la Seguridad Social y las CC.AA para la racionalización del coste de la IT, sigue siendo contestar en plazo (menos de 5 días) y motivadamente a todas las propuestas de alta de las Mutuas, conforme a lo establecido en la normativa de aplicación. No obstante lo anterior, para fomentar que los Servicios públicos de Salud se vayan sumando al nuevo procedimiento de gestión de propuestas de alta a través de ATRIUM, y para que se solucionen los problemas de implantación y gestión del mismo, se ha procedido a ampliar , desde el pasado mes de agosto 2016, por la Subdirección General de Gestión de la Incapacidad Temporal y otras Prestaciones a Corto Plazo del INSS, el plazo de respuesta telemática de los SPS, a las propuestas de alta de las Mutuas a 10 días con el correspondiente perjuicio.

La ITCC (incapacidad temporal por contingencias comunes) tiene una alta importancia social, además de económica y sanitaria, pues su objetivo es salvaguardar simultáneamente la salud y los ingresos de los trabajadores, protegiéndolos de las reglas de la oferta y demanda del mercado mientras están enfermos.

En los últimos años se han adoptado diversas iniciativas políticas y administrativas a fin de, por un lado, garantizar este derecho social y, por otro lado, asegurar la sostenibilidad del sistema. En concreto, esta iniciativas se han centrado en reducir la duración del episodio de ITCC, dando un mayor protagonismos a las Mutuas, que ya pueden iniciar el control y seguimiento del episodio desde el primer día de la baja, reafirmando la capacidad del INSS, y sus EVI (Equipo Valoración Incapacidades) para otorgar o no la prórroga una vez ha superado el año de baja. Sin embargo, en estas políticas está ausente la mejora de la gestión de la ITCC en relación a su incidencia. . Esto es, se deja de lado lo que se puede hacer desde las empresa sobre los factores de riesgo a los que los trabajadores están expuesto en su lugar de trabajo, puesto estos factores de riesgo siempre interactúan con el problema de salud, independientemente del origen laboral o no de dicho problema de salud provocando el inicio de la incapacidad para trabajar.

La duración no deja de ser una variable complementaria de la incidencia, ya que los factores que incluyen sobre la duración solo actúan si se ha iniciado el episodio. En este sentido, centrar la gestión de la ITCC en la prevención de la incidencia supondría un giro importante, no excluyente, en la actividad que hasta ahora han realizado las empresas y las Mutuas, y posiblemente incrementaría su efectividad. Al igual que mejoraría las condiciones de trabajo en las empresas, lo que puede ayudar a mejorar a su vez el bienestar laboral.

Un estudio reciente realizado en España ha mostrado que una elevada exposición a riesgos psicosociales está asociada a un aumento en las ITCC, indicando que el bajo control sobre el contenido de trabajo, la baja calidad de liderazgo o el bajo apoyo social incrementan las probabilidad de presentar un episodio de ITCC. Los problemáticos resultados nos hacen considerar que sería útiles para complementar las actuales políticas de gestión de la ITCC, centrada en el control de la duración del episodio de incapacidad laboral, sugiriendo que la incidencia puede y debe ser objeto también de actuaciones que en este caso corresponde a la empresa.

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