
Balfegó Grup ha invertido 35 millones de euros en una nueva planta de 12.000 metros cuadrados en L'Ametlla de Mar, con la que sustituye la nave que se le incendió en 2018. La inauguración oficial tuvo lugar el pasado 22 de abril. Con estas nuevas instalaciones, ubicadas en el polígono industrial, la compañía atunera prevé duplicar su capacidad actual de procesado y diversificar su oferta de productos y preparados, con carpaccio, sakus, tartar o de quinta gama, tanto para el mercado profesional como para el gran consumo.
La planta alberga salas de despiece, fileteado, áreas de congelado y conservación, espacios de empaquetado, logística y distribución. También dispone de un centro de experimentación gastronómica, concebido como un laboratorio culinario orientado a chefs, investigadores y profesionales de la restauración, para desarrollar nuevas técnicas, aplicaciones y recetas en torno al atún rojo y fomentar la colaboración con escuelas de cocina, centros de I+D y figuras emergentes del panorama gastronómico nacional e internacional.
"Estas instalaciones de procesamiento de atún rojo son pioneras en el mundo", asegura el copresidente de la empresa, Pere Vicent Balfegó.
"Nuestra nueva sede marca un antes y un después en la forma de entender la producción y transformación del atún rojo, con unas instalaciones más seguras para las personas y más versátiles para el producto, que nos permitirán aunar ciencia, gastronomía", añade el director general, Juan Serrano.
A esta inversión hay que sumarle otros ocho millones de euros para las piscinas en las que engordan a los atunes rojos y el acondicionamiento de dos naves situadas junto a la ahora inaugurada.
Balfegó, a través de su propia flota o pescadores asociados, captura entre 20.000 y 30.000 atunes al año, que viven en piscinas frente a la costa de L'Ametlla de Mar durante un máximo de un año. Son alimentados exclusivamente con pescado salvaje y el método de extracción que emplea garantiza un producto libre de estrés y con un nivel de grasa y coloración a demanda del cliente.
"De cada animal se puede extraer una veintena de piezas distintas, desde los lomos o la ventresca hasta las agallas o el corazón", explica el director de marketing, Joan Grau.
La atunera, empresa familiar que ya va por la quinta generación, prevé cerrar en abril su ejercicio fiscal con una facturación de 107,6 millones de euros, en torno a un 25% más que el año anterior, cuando alcanzó los 87 millones de euros.
Cuenta con una plantilla de 335 trabajadores y en 2024 vendió unas 4.500 toneladas de atún rojo en 2024. Exporta a cuarenta países y su principal mercado es Estados Unidos, que supone en torno al 38 % de sus ventas y unos 40 millones de facturación en el último año. Los aranceles que plantea su presidente, Donald Trump, pueden ser un duro contratiempo. "Estamos viviendo semanas de incertidumbre porque no contábamos con estas trabas. Esperamos que la situación se revierta y podamos salir airoso gracias a una negociación con la Unión Europea", manifiesta Pere Vicent Balfegó.
China es otro de sus grandes clientes desde hace un par de años, a raíz de su boicot al pescado de Japón cuando este país "vertió las aguas de la central de Fukushima al océano".
La empresa, que contempla reducir su huella de carbono en un 46 % para 2030, también ha iniciado el proceso para certificar sus nuevas instalaciones bajo el estándar internacional de edificación sostenible BREEAM.
"Estamos dando un paso muy importante para poder contribuir a una economía más ética, inclusiva y sostenible. Buscamos que nuestra actividad económica impacte positivamente en las personas, en el entorno y en nuestra comunidad, y con estas instalaciones contribuimos a mejorar el tejido socioeconómico de nuestra comarca, de Tarragona y de nuestro sector", señala Serrano.
El acto de inauguración de la planta contó con la presencia de chefs con Estrella Michelin, como Ferran Adrià, Martín Berasategui, Nandu Juneby o Jeroni Castell, que destacaron la calidad y la internacionalización del atún de Balfegó.