Los precios energéticos oscurecen las buenas perspectivas del sector químico

Tras mostrar fortaleza en 2021, el sector químico espera otro año de buenos resultados y se prepara para afrontar el cambio hacia un modelo más sostenible

Las empresas químicas afrontan un 2022 expansivo, aunque más volátil que en ejercicios prepandemia.
Roberto Villarreal / Tarragona

Como contexto general de situación, se puede afirmar que el pasado ejercicio 2021 quedará grabado como el año del inicio de la recuperación, tanto en la producción como en el nivel de demanda de los clientes. "En el ámbito industrial energético, la recuperación de las exportaciones es francamente positiva, y si no hay parón de la economía europea, podemos estar hablando de un incremento del 4 ó 5% en el sector químico", según el catedrático emérito de la UAB, Josep Oliver.

Las perspectivas de aumento de demanda continúan de cara a 2022, aunque, según Juan Pedro Díaz, gerente de la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT) "existen distintas circunstancias que generan incertidumbre y hacen complicado efectuar previsiones". El principal caballo de batalla en los complejos industriales del sector químico en Tarragona continúa siendo, más acentuado que nunca, el precio de la energía: "Es absolutamente insostenible y en otros sectores ya ha obligado a reducir, o incluso interrumpir, actividades; si ese efecto acaba extendiéndose a toda la cadena puede acabar afectando también a la demanda del sector químico y por tanto a su actividad... Es urgente que se solucione, antes de llegar a esa situación", describe Díaz.

Los gigantes del sector en Tarragona, como BASF, reconocen que las cifras han sido muy buenas en 2021, "no tanto por volúmenes como por precios". "No se puede hacer una proyección como en épocas anteriores, con coyunturas más estables, y tenemos que ser prudentes y muy cautos: hay líneas de negocio que se han comportado de forma excelente, pero hay una estratégica para nosotros, como es la automoción, que está sufriendo por la rotura de cadenas de suministro, y no se prevé que se vaya a solucionar a corto plazo, al menos en el primer trimestre". De nuevo sale a relucir el precio de la energía, "un aspecto que nos afecta mucho; hay plantas en Alemania que incluso han tenido que parar, y eso en una compañía global como la nuestra, afecta también a los resultados de otros países, incluidos Cataluña y España".

En Dow afrontan el 2022 como un ejercicio "lleno de oportunidades". "La experiencia de los dos últimos años nos indica que se pueden producir cambios muy rápidos, más teniendo en cuenta de que formamos parte de un network global... Lo que sucede en Estados Unidos o Asia puede tener un reflejo en Tarragona en un corto espacio temporal", argumentan desde el área de comunicación de la multinacional de matriz estadounidense.

"En términos generales, la coyuntura pinta bien, siempre con la espada de Damocles de la energía sobre nosotros para poder mantener las inversiones previstas: por una parte debemos comprobar cómo evolucionamos respecto a los objetivos de sostenibilidad, cambio climático y economía circular (nuevos materiales, orientación al cliente, innovación digital...), y por otra, la estabilidad de precios de la energía para que podamos ofrecer la máxima fiabilidad". A medio y largo plazo, desde la perspectiva de Dow, "el reto verdadero va a estar en cómo afrontamos el cambio de paradigma para una nueva estructura energética; el resto de la ecuación, ya está en marcha, por ejemplo a partir de nuestro centro de I+D+i del que deben salir los plásticos del futuro".

Precisamente en ese cambio de paradigma trabajan también con intensidad en Repsol, comprometida en convertirse en una empresa de cero emisiones en 2050, y que va a destinar inversiones multimillonarias a proyectos relacionados con la economía circular. "Tarragona ya ha iniciado su transformación para convertirse en un polo multienergético, con iniciativas pioneras que ya son una realidad como la producción de biojet o la primera planta en España para la fabricación de polímeros de alta resistencia al impacto". 

Hay líneas de negocio que se han comportado de forma excelente, aunque la automoción sigue sin repuntar

En 2022 deben llegar las primeras concreciones sobre esas inversiones que están sobre la mesa: la construcción de una planta de producción de biocombustibles avanzados, una instalación para producir plásticos a partir del reciclado de materiales post consumo y la implementación de tecnologías para mejorar la eficiencia en el consumo de materias primas y de energía en sus procesos productivos. A nada que los mercados recobren una cierta estabilidad, Tarragona será una de las puntas de lanza del plan estratégico 2021-2025, junto a los complejos industriales de Petronor (País Vasco) y Cartagena (Murcia) y Puertollano (Ciudad Real).

El reto a medio plazo es cómo afrontar un cambio de paradigma en la estructura energética

Una vez superado lo peor de la pandemia, para el sector químico 2022 se dibuja como un ejercicio de actividad febril. Después de poner en marcha su plan estratégico en 2021, la AEQT ve en el presente ejercicio el año central de despliegue, "lo que deberá permitir a las empresas químicas de Tarragona hacer frente a los grandes retos de futuro y generar oportunidades en áreas como el medio ambiente, la seguridad, la innovación y la tecnología, y la relación con el territorio".

El año de las oportunidades... y de las amenazas

Juan Pedro Díaz – Gerente de la AEQT

Oportunidades y amenazas conviven en el horizonte de la industria química de Tarragona para este 2022. Venimos de dos ejercicios en los que el sector se ha demostrado esencial, no sólo para el conjunto de la ciudadanía por los productos que fabrica, sino también para el territorio, gracias a la solidez que ha aportado a la economía en tiempos de crisis.

El sector ha mantenido puestos de trabajo, y a lo largo de 2021 ya recuperó los niveles de producción y demanda previos a la pandemia. Una vez más, se demuestra que la industria en general, y la química en particular, resiste mejor y se recupera más rápido de las crisis, lo que aporta resiliencia a las economías en las que está presente.

También a nivel de futuro las perspectivas siguen siendo buenas a nivel de demanda. Se sabe que el sector químico será, a nivel mundial, el que más crecerá durante esta década. Un crecimiento del que Tarragona puede participar si se dan las condiciones. De ahí que este 2022 deba considerarse un año de oportunidades.

Muchas de ellas se reflejan en el Plan Estratégico que la AEQT puso en marcha en 2021, y del que durante este 2022 veremos notables avances en cuanto a su ejecución, en áreas como la competitividad, la innovación, la tecnología, la protección medioambiental, la seguridad o la divulgación y el diálogo con la sociedad.

Los nuevos sistemas de mejora continua en seguridad y en medio ambiente, las formaciones en factor humano, el nuevo máster en seguridad de procesos, nuevas iniciativas en materia de divulgación, transparencia y diálogo con el entorno... son sólo algunas de las iniciativas del Plan que el sector, a través de la AEQT, tiene previsto poner en marcha este año.

Sin olvidar la transición energética. 2022 debe ser el año en el que el propio sector y sus empresas, y también la Vall de l'Hidrogen en general, demos pasos visibles y decididos, tanto en la definición y concreción de proyectos, como en la obtención de fondos europeos.

El sector, por tanto, tiene una hoja de ruta clara y definida para generarse y aprovechar las oportunidades que ofrece el año. Pero existen también en el horizonte algunas amenazas que se deben resolver y que no dependen -o no exclusivamente- de la industria. En materia de transición energética, por ejemplo, 2022 debería concretar una hoja de ruta consensuada, ambiciosa y viable que impulse la generación de renovables.

También debe ser el año de la implantación, al fin, de las redes cerradas de distribución eléctrica: la resolución de las alegaciones debe resultar en un reglamento eficaz y útil que de una vez por todas elimine esta barrera a la competitividad que las empresas que operan en España llevan sufriendo desde 2009.

Otra cuestión es el precio de la energía, ahora mismo insostenible, lo cual no sólo puede frenar de forma grave la recuperación económica, sino que también aleja la llegada de nuevas inversiones e incluso podría obligar a interrumpir actividades y a poner en riesgo puestos de trabajo.

Tampoco ayudan a generar certidumbre ni a hacer de esta tierra un emplazamiento competitivo medidas como la moratoria a la instalación o ampliación de incineradoras, o el anuncio de un nuevo impuesto sobre el CO2. Cuestiones ambas que, además, en este caso se circunscriben exclusivamente al ámbito de Catalunya, con lo que en este caso la pérdida de competitividad no es ya con respecto a otras zonas del mundo o de Europa, sino directamente del resto de España.

Oportunidades y amenazas, pues, se dan cita en este 2022 que debe consolidar la recuperación. De si pesarán más unas u otras y de cómo se resuelvan dependerá, en buena medida, el futuro de la industria química en nuestro territorio.