Bonanza económica con un ojo puesto en el exterior

La fortaleza del turismo junto a la política expansiva en el gasto público permite augurar un 2025 en positivo salvo colapso grave de la UE

Roberto Villarreal / Tarragona

A nivel global, el año 2025 arranca con la lupa orientada al inicio de la presidencia de Donald Trump y la sensación de que se pueden tensar las relaciones comerciales, con un Estados Unidos menos proclive a alimentar la globalización. En este contexto, Europa lleva todas las de perder, convertida en un 'enano' político y económico y cuyos problemas van a seguir agrandándose si no se aplican eficazmente recetas como las recomendadas por el 'informe Draghi' para la regeneración del tejido industrial.

La exposición de Catalunya y España a la economía de EEUU es menor que la de la eurozona, por lo que una hipotética subida de aranceles podría afectar a algún sector como el farmacéutico, pero se prevé más un impacto indirecto, en función de cómo afecte a la industria alemana, a la que las exportaciones catalanas sí que son sensibles.

En la escala nacional, los distintos gabinetes de estudios indican que España será capaz de mantener un ritmo de crecimiento más moderado, en torno al 2,5%, con Cataluña algo por encima de esos dígitos. La previsión se sustenta en una mejora de la demanda europea, -principal destino de las exportaciones catalanas-, así como la bajada de los precios energéticos, que ya se ha iniciado este 2024, y los tipos de interés. 

"La economía, en general, va bien y hay un crecimiento, genera empleo, pero no se aprecian dinámicas de cambio estructural, incluso la inyección de los fondos Next Generation UE ha pasado casi a un segundo plano; lo fundamental, en mi opinión, de cara a 2025, es ver si se reactiva o no la inversión productiva: bajan los tipos y aumenta el ahorro generado, -tanto en particulares y empresas-, y se nota en dinamismo del sector inmobiliario, por ejemplo, pero el auténtico reto está en la respuesta que dará el sector productivo como palanca de inversión en equipamiento, innovación y trabajadores más cualificados... que a día de hoy se ha estancado con un ambiente poco propicio", analiza el catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Rovira i Virgili (URV) Agustí Segarra.

El factor clave de un buen año turístico

Por lo que respecta a Tarragona, su economía no debería debilitarse salvo que se deteriore el entorno exterior: "Ya estamos a las puertas de volver a los niveles de 2019 y es posible seguir avanzando en el sector servicios: turismo, transporte, entretenimiento... seguirán mostrando fortaleza mientras no se produzca un choque grave en Europa; a nivel industrial, se mantienen unas buenas perspectivas, a falta de que el sector químico pueda resolver adecuadamente sus problemas actuales de competitividad; los servicios colectivos no crecerán con tanta fuerza, pero sí mantendrán una tendencia positiva; y el sector primario es una incógnita, pero su peso específico ya es muy pequeño... En números redondos, pienso que el crecimiento estará más cerca del 2,5% que del 2%", describe Josep Oliver, catedrático emérito de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

"El tejido económico de Tarragona se mantiene bien posicionado, y no tendría que pasarlo mal salvo un colapso internacional", confirma el economista Juan Gallardo, uno de los coordinadores del Gabinete de Estudios de la CEPTA. "El sector turístico -detalla- muestra fortaleza, con destinos que han hecho sus deberes e infraestructuras muy modernas, y los demás sectores no demasiado afectados, si acaso con el ciclo de la construcción muy por debajo de sus posibilidades, a años luz de finales de los 90 ó 2000, no ya antes del estallido de la burbuja inmobiliaria... Sin embargo, no veo deterioro de momento, y creo que puede ser un buen año a no ser que la recesión se haga más profunda en UE, bajen los niveles de renta y se retraiga el turismo, pero antes el BCE bajará tipos e inyectará dinero".

El servicio de estudios BBVA Research confía en que el previsible crecimiento del PIB catalán pueda trasladarse por fin a las economías domésticas con el abaratamiento de la energía y el petróleo y la bajada de los tipos de interés -en un umbral del 2,5%-, que hacen prever niveles de inflación por debajo del 2% en Cataluña. A medida que los salarios vayan subiendo, debería recuperarse también el poder adquisitivo de las familias.