Suave desaceleración… y cruzando los dedos

Ucrania, Gaza, Mar Rojo, Taiwán… 2024 arranca bajo la incertidumbre geopolítica y unas expectativas de tímida ralentización

La inflación repuntó en enero en la Eurozona después de siete meses a la baja.
Roberto Villarreal / Tarragona

Aunque la perspectiva es más halagüeña que a inicios de 2023, los distintos expertos consultados por el Indicador de Economía advierten que la economía de Tarragona se verá lastrada por un conjunto de factores que afectan a todo el espacio europeo. En primer lugar, aunque se prevé una caída gradual a partir de mayo, se mantiene el efecto 'freno' de los elevados tipos de interés sobre el bolsillo de las familias y las empresas. En segundo término, la inflación se mantendrá alta (en torno al 3,5%). Por último, el bajo pulso económico de la eurozona condiciona a las empresas exportadoras de la demarcación.

La economía catalana cerró 2023 en torno a crecimiento del +2,4%, con una previsión del Departamento de Economía y Hacienda del +1,8% para el próximo año. Los técnicos de la Generalitat rebajan cuatro décimas los pronósticos tras el empeoramiento de las perspectivas globales. La Conselleria que encabeza Natàlia Mas modera sus augurios en un contexto de elevada incertidumbre, especialmente por la debilidad de la zona euro, el impacto de la guerra en Ucrania, la persistencia de una inflación elevada y los efectos del endurecimiento de las condiciones financieras.

A pesar de la desaceleración, se prevé que el PIB catalán mantenga un diferencial positivo respecto de la zona euro, -se espera un incremento próximo al +1%-más o menos en línea con el resto de la economía española. El Banco de España también ha recortado sus estimaciones del +1,8% al +1,6%, y ha rebajado las proyecciones para 2025 del +2% al +1,9%, en esencia por las perspectivas menos favorables del consumo de los hogares.

Riesgos por la incertidumbre geopolítica

Todos los escenarios previstos podrían saltar por los aires en función de los riesgos que planean sobre el mapa geopolítico mundial. La evolución de las guerras de Ucrania y Gaza -con su derivación hacia el Mar Rojo y su efecto en las rutas comerciales-, así como la escalada de los roces entre Estados Unidos y China en Taiwán, resultará determinante para la tensión de los mercados de la energía, de las materias primas y las cadenas de suministro globales, al igual que para confirmar la entrada en un ciclo bajista de los tipos de interés.

"Tenemos que rezar para que el conflicto de Ucrania entre en una fase de negociación, y sobre todo, que la guerra de Gaza no se extienda a otras zonas de Oriente Medio, siempre con ojo puesto en Taiwán", expone uno de los directores del Gabinete de Estudios de la Confederación Empresarial de la Provincia de Tarragona (CEPTA), Juan Gallardo. "No creo que la situación pueda ser peor que en los últimos meses de 2023; confío en que los problemas geopolíticos se acaben resolviendo, con un cierto grado de acuerdo en Ucrania, lo que ayudará al comercio internacional y al estancamiento en la presión inflacionista... Al sector exportador de Tarragona le continúa afectando, aunque por fortuna no tanto al turismo", analiza Agustí Segarra, catedrático de Economía Aplicada de la URV. "Estamos en la misma difícil situación que el 23, con guerras y una competencia feroz entre China y EEUU, y confío que, como el pasado año, el pesimismo se vaya transformando en un cierto optimismo", valora el economista Joaquim Margalef.

Resistencia del mercado laboral, factor clave

Respecto al comportamiento del mercado laboral, se estima que en 2024 el empleo moderará su dinamismo, un factor absolutamente determinante que suscita valoraciones diversas. En el caso Agustí Segarra, el catedrático augura que "va a provocar la caída del gasto interno, del consumo de las familias". Frente a esta opinión, los investigadores de Caixabank recuerdan que en el primer semestre de 2023 la renta bruta disponible de los hogares creció un 11,5% interanual por el aumento de la remuneración de los asalariados. La fortaleza que ha mostrado el mercado laboral ha permitido más compensar el aumento del pago de intereses a los bancos: "El aumento salarios entre el primer semestre de 2022 y el de 2023 supuso cerca de 47.000 millones de euros, frente a los 2.400 millones de euros extras que supuso una financiación más cara. Lógicamente, esa renta disponible se refleja en el alza de la tasa de ahorro; los hogares dispondrán de un mayor colchón de ahorros de cara a 2024".

En esta misma línea, Joaquim Margalef recuerda que en Tarragona la renta personal ha aumentado, con salarios más altos en función del IPC, y un aumento de la contratación laboral, aunque con gran temporalidad y corta duración "Se mantiene la economía estacional, pero el empleo es un factor positivo para la economía de la zona: debemos tener en cuenta que hay unas 35.000 personas este año con trabajo, y eso es mucho... La población activa ha aumentado y el desempleo es inferior, ello genera una demanda interna importante, si el turismo se mantiene, y la exportación va remontando, creo que son factores positivos en nuestra demarcación al afrontar el 2024".

Materializar las inversiones

Tanto Margalef como Segarra advierten que no se están materializando las importantes inversiones anunciadas. "El 2024 no tiene por qué ser un mal año, pero no se termina de vislumbrar la inversión: el problema en España y Cataluña es que el crecimiento se sustenta en la demanda interna, pero somos una zona de economía abierta, que necesita unas inversiones se deciden en Europa en el caso de Tarragona".


Agustí Segarra entiende que las grandes empresas asentadas en el Tarragonés y otras comarcas tienen una deuda moral con Tarragona, que les ha reportado grandes beneficios durante décadas: "Queremos ver la apuesta por Tarragona y pasar de la retórica a acciones tangibles que se ven poco; es un esfuerzo que para ellos es poco relevante, y Tarragona se merece esas inversiones fuertes de carácter estratégico, como las que están llegando al País Vasco o Andalucía".

La llegada de inversiones internacionales debe ir compensando y frenando progresivamente el aumento del déficit público, que ahora mismo mantiene "dopada" a la economía, según expone Juan Gallardo desde CEPTA. "Veo mucho gasto público, que ha generado gran cantidad de ocupación, la mayor parte de la creada en los últimos años. Entiendo que esto no es sostenible a medio plazo, el gasto público está desbocado... la presión fiscal, que ya es algo tremendo, tendrá que aumentar más pronto que tarde y habrá recortes... Si se ponen las cosas complicadas y no se puede mantener ese nivel de gasto, la demanda interna se puede resentir, quizá no en 24, pero sí en 25".