Josep Maria Casas Inversor privado en startups tecnológicas

“Invertir en startups es fácil, tal vez lo más difícil es desinvertir”

La Cambra de Comerç de Tarragona ha invitado recientemente a este especialista para transmitir su visión de las startups tecnológicas como oportunidad de inversión privada y como estrategia para impulsar el desarrollo económico local. Asegura que su obsesión es atraer proyectos de calidad: "Ahora mismo, sí subes la mano y dices que eres inversor privado, en Barcelona o en Berlín, al día siguiente tienes 400 emails... Hay mucha gente buscando dinero; una de las claves es el primer filtro, y somos más nosotros los que buscamos... De forma pasiva, te llegarán los que ya han sido descartados".

Roberto Villareal / Tarragona

¿Cómo se pasa de un gigante como Leroy Merlín a invertir en startups?

Lo llamaría emprender invirtiendo. Yo tenía vocación de emprendedor, como otra gente en las grandes empresas, donde en ocasiones también puedes aplicar este espíritu. En mi caso, decidí aprender y formarme en la red de inversores del IESE para desarrollar esa vocación, no lanzando mi propio proyecto, sino invirtiendo en empresas de este tipo. Es otra manera de emprender, donde también te juegas los ahorros. En lugar de montar una empresa, inviertes en 9 ó 10 la primera vez para diversificar.

¿Cuándo se atrevió a dar sus primeros pasos?

El oficio requiere bastante tiempo previo de conocimiento. Hay que esperar para empezar a invertir. Se necesitan dos o tres años de acercamiento a este mundo, de hablar con otros inversores privados para entender cómo funciona.

¿Le fue bien desde el principio?

Normalmente, una norma que se cumple es que la primera inversión siempre te va mal. Pero hay otras en cartera, y no puedes parar porque ya estás comprometido. Las malas inversiones siempre salen mal, y a veces incluso las buenas también salen mal por otros factores. En mi caso, por suerte, algunas de las buenas han salido bien y te permiten reinvertir.

¿Qué retorno cabe esperar de su aportación?

La rentabilidad que esperas en un proyecto, para que te compense el riesgo, es multiplicar por diez, porque el porcentaje de éxito de las inversiones está entre el 10 y 20%. La actividad está evolucionando, -existe incluso un mercado secundario para la compra de participaciones-, y hay maneras para llegar hasta 50% de inversiones exitosas, con lo cual se reducen también esas expectativas de rentabilidad.

¿Cuánto tiempo suelen permanecer en un proyecto?

Manejamos un plazo máximo de 6 a 8 años. Si la empresa ha crecido y ha tenido mucho éxito te conviertes en un accionista pequeño que sale para que entren otros más grandes. En caso de que vaya mal, suele existir una cláusula para poder vender las acciones por un euro. A veces un proyecto se estanca in eternum y funciona más como una pequeña empresa. La idea es que demuestren relativamente rápido que había una oportunidad de negocio, no se trata de una participación patrimonial.

Su éxito, por tanto, está en el momento de la desinversión.

Invertir en startups es muy fácil, tal vez lo más difícil es desinvertir. Aunque pueda tener una connotación negativa, el éxito está en la desinversión; es la confirmación de que había una oportunidad de negocio, de que existía una disrupción tecnológica que se podía convertir en negocio, y así generar valor añadido, crear puestos de trabajo muy productivos y salarios medios mucho más altos que resto del mercado... Entonces llega el momento de salir, para que puedan seguir creciendo. Celebramos que el sueño de estos emprendedores se haya cumplido. Ayudamos a subir a una cima, para que cuando haya llegado, esta persona continúe el viaje. Lo que sabemos es crecer en las etapas iniciales. Luego hay otros actores que saben más.

¿Más intuición o análisis?

Intuición es la suma de toda la experiencia profesional que tienes y tu formación... Todo este know how te lleva a la intuición. Curiosamente, la intuición que viene de nuestra experiencia en la empresa tradicional es el factor principal de errores en la inversión. Estas startups tecnológicas son diferentes, y funcionan de manera diferente: hay métodos muy objetivos y basados en lo aprendido de este tipo de empresas. Al taller del IESE, por ejemplo, llegan altos ejecutivos de empresas tradicionales, rentables y muy bien gestionadas, y aplican sus conocimientos para decidir en este mundo. Con frecuencia es un error porque el paradigma cambia completamente. Resetear el conocimiento resulta muy complicado.

¿En qué sectores ve más futuro?

Las startups pueden crecer en cualquier ámbito de la economía, pero se buscan sectores muy escalables y por regla general, si hay un componente tecnológico, la escalabilidad es mayor.

¿Cómo ve situada a Tarragona?

Conozco mejor el caso de Girona, y veo el paralelismo de un gran éxito turístico. Creo que se debería estimular este tipo de empresas y orientar una parte de la economía hacia ellas.

¿Harían falta más ayudas públicas?

Este tipo de sectores puede ser rentable si se hace bien. Actividad económica que paga sus impuestos. No se necesita dinero público destinado a esto. No consume recursos públicos, sino que los genera. No se pide dinero, lo que se pide es sensibilidad y que no se pongan trabas.

¿Hay mimbres para un hub tecnológico?

Tarragona tiene una gran oportunidad. Todavía no han salido de aquí grandes proyectos, quizá con la excepción de Freshly Cosmetics, uno de los grandes ejemplos de crecimiento. El factor clave para nosotros, es una red de inversores privados bien formados como detonante principal, ya que ellos canalizan capital hacia este tipo de empresas. Luego, una universidad que produzca buenos profesionales en áreas como computación e informática. Por último, como está pasando en todo el mundo, es preferible una ciudad que atraiga por su clima, y esto Tarragona lo tiene ya de serie. El trabajo tan intenso y a un nivel de ritmo tan fuerte en las etapas iniciales, que se valora mucho un entorno con alicientes como el mar, la temperatura o los servicios.

De Leroy Merlin a 'business angel'

Licenciado en Empresariales por la UB y Executive MBA por el IESE, Josep Maria Casas ha sido presidente de la Asociación Española de Business Angels desde 2020 hasta el año pasado. Antes de centrarse en la inversión en startups tecnológicas, donde ha participado en más de una veintena de proyectos, ocupó cargos directivos en grandes multinacionales como Leroy Merlin o General Electric. Cuenta que la vena emprendedora le llega ya desde su abuelo, que montó diversos negocios en Manresa, de donde es originaria su familia, y que los tiempos han cambiado desde que comenzó en este mundillo: ahora los proyectos requieren más dinero. "De los 30 ó 40.000 euros que ponía en cada empresa, se ha pasado a medio millón o un millón". Acaba de alcanzar un acuerdo con un grupo de empresarios de Girona que ha logrado reunir 10 millones destinados a este tipo de inversiones.