Agustí Segarra Catedrático de Economía Aplicada de la URV

“Hasta los multimillonarios se dan cuenta de que un mundo tan desigual carece de futuro”

“La UE ha aprendido de la crisis de 2008: ahora saben que los recortes sólo producirían sufrimiento y retardarían la salida de una crisis”

Segarra se ha atrevido con un relato en el que los personajes debaten sobre las recetas para un mundo mejor a partir de clásicos como Adam Smith o David Ricardo y también de economistas heterodoxos del siglo pasado como Schumpeter, Keynes, Minsky y contemporáneos como Dani Rodrik, por citar algunos. 'La senda del progreso', referida al futuro de Europa, es un título de por sí ilustrativo que da pistas sobre una obra que está a medio camino entre el ensayo divulgativo de economía y la ficción. No es un ensayo al uso, ni tampoco responde al concepto clásico de novela. Al autor le gusta definirlo como un "ensayo de economía con personajes". A su juicio, ese se convierte precisamente es el mayor atractivo del texto, al situarse a medio camino entre la ficción y el pensamiento económico.

Roberto Villareal / Tarragona

¿Cree que la necesidad del proyecto europeo se ha reforzado tras lo vivido en pandemia?

La pandemia que estamos sufriendo pone a prueba sus fortalezas. Hubo semanas en que la Unión Europea corrió un gran riesgo, algo desconocido desde su fundación en 1957. Las semanas de confinamiento fueron muy duras para los ciudadanos, pero también para los gobiernos, ya que estuvieron a punto de romperse las reglas de la libre circulación de mercancías que rigen el mercado único europeo. Recuerde, por ejemplo, el avión sueco cargado con ocho millones de mascarillas procedentes de China que adquirieron, a partes iguales, España e Italia, y que fue retenido unos días en Lyon por las autoridades francesas. Aquellos fueron días críticos y el proyecto europeo corrió un gran riesgo.

¿Ve exageradas las expectativas que ahora se depositan en los fondos Next Gen?

No, en absoluto. Por primera vez en la UE las políticas fiscales y monetarias están sincronizadas. Los responsables europeos han aprendido de la crisis financiera de 2008. Ahora saben que los recortes del gasto público sólo producirían sufrimiento y retardarían la salida de una crisis.

¿Cuáles son los mayores riesgos que usted vislumbra en la globalización?

La globalización se ha convertido en una "bestia desbocada e incontrolable", como la describo con más profundidad en mi libro. Tiene cosas buenas, claro está, pero hace años que está fuera del control de los gobiernos de los países desarrollados. Hay que domesticar a la bestia.

¿Nos espera un mundo de grandes corporaciones, más que de Gobiernos y de países?

No lo creo. La crisis pandémica ha servido para realzar el papel de los gobiernos, y la mejor prueba es la vacuna. Sin las inversiones públicas en el terreno científico no se habrían desarrollado tan pronto. El sector público y el privado son las dos caras de una misma moneda, y están obligados a redefinir sus relaciones. Las grandes corporaciones son imprescindibles para el progreso, pero no pueden escapar al control fiscal y financiero de los gobiernos. En caso contrario, los Estados entrarán en grave riesgo.

¿Augura éxito a la fiscalización de grandes fortunas y al freno a los paraísos fiscales?

Poco a poco, se van registrando avances. Creo que hasta los multimillonarios se dan cuenta de que un mundo tan desigual e injusto carece de futuro.

¿Algún antídoto para reducir la brecha de la desigualdad? ¿Es factible frenar la concentración cada vez más acelerada del capital en pocas manos?

Yo creo que no es un problema de concentración del capital sino de funcionamiento de los mercados. El mercado es un gran mecanismo de asignación de recursos, pero también de reparto de rentas. En un mundo tan rico como el actual, todas las familias deberían poder llegar a final de mes con más holgura.

Tampoco se puede visualizar una senda de progreso sin tocar la crisis climática cada vez más evidente.

Con la pandemia se acentúa el miedo a los efectos de un crecimiento sin límites. Ya éramos conscientes de los grandes problemas globales pero los gobiernos no contaban con el respaldo suficiente para abordarlos. Ahora, la lucha contra la crisis medioambiental, las desigualdades sociales y las crisis pandémicas no puede postergarse por más tiempo.

Los populismos dan mucho miedo, ¿pueden llegar a arruinar el proyecto integrador europeo?

En efecto, la UE se sustenta sobre tres pilares: una misma política monetaria a través del euro, una política fiscal cada vez más coordinada y una cierta cohesión política. Claro que son un riesgo, pero la pregunta clave es por qué emergen en los períodos de crisis... los populismos no los ha traído la pandemia.

¿Qué reflexiones le genera la presión migratoria desde una óptica económica?

Migraciones ha habido siempre a lo largo de la historia. Es cierto que ahora la intensidad de los flujos y su visualización en los medios de comunicación las hacen más dramáticas. El mejor antídoto a una emigración masiva es poner las bases para que los países más empobrecidos se desarrollen, especialmente los africanos. Este es el reto. No es fácil, pero no podemos ignorarlo.

¿No le parece un poco triste lo que queda de las grandes civilizaciones del Mediterráneo?

Europa ha sido, para bien y para mal, el referente cultural del mundo contemporáneo. En Europa emergió el capitalismo, el comercio internacional, las democracias parlamentarias e incluso aquí se creó internet. El mundo no puede vivir sin Europa, pero Europa sin el mundo tampoco. Todos juntos debemos encontrar nuestro lugar en el escenario geopolítico que se está configurando después del Covid-19.

¿Existe alguna oportunidad de liderazgo europeo frente a ejes como EEUU o China?

Sin duda Europa debe recuperar el protagonismo perdido. Es el gran referente intelectual, cultural e incluso económico en muchos aspectos. Una Europa más unida otorgará al proyecto europeo una mayor cohesión y una mayor capacidad de liderazgo como actor global. Aunque pueda costar de creer, EE.UU. y China necesitan a la UE, tal vez, más que Europa a ellos.

¿Caben en este macroescenario las aspiraciones de pequeñas 'naciones' como Cataluña?

En Europa, y también en España, hay un reto que no puede esperar demasiado: la necesidad de desarrollar un modelo federal a escala europea y española. Sin un diseño federal, Europa no podrá escapar de la crisis en la que está atrapada.

¿Qué paisaje vaticina usted en Tarragona 2050? ¿Sobrevivirá la convivencia entre la industria y el turismo?

Es imprescindible. El turismo evolucionará hacia un modelo más sostenible y armonioso, y la industria está también obligada a realizar esa transformación.  Ambos se necesitan: el turismo cada vez será más logístico e 'industrial', y la industria cada vez será más 'intangible'. No podemos excluir a ninguno de los dos.

¿Estamos abocados a escenarios de crisis permanente en España? ¿Por qué nos cuesta aprender las lecciones más que a los demás?

Progresar significar cambiar, y el cambio obliga a transformaciones internas y, a veces, a cambios en la correlación de fuerzas de los diversos colectivos implicados. No hay que tener miedo al cambio, pero hay que saber gestionarlo. Aprender de los que hacen las cosas mejor que nosotros me parece esencial, pero no debemos perder de vista jamás los progresos registrados en nuestro país durante los últimos cincuenta años. Entonces España era un país rural, cerrado a las libertades, y exportador de fuerza de trabajo. Ahora estamos en un escenario económico y social completamente distinto. Si en los próximos cincuenta años progresamos tanto como lo hicimos desde la recuperación de la democracia, sería formidable. Sin duda, hay que aprender de los que van delante, pero sin complejos. También tenemos mucho que enseñar al resto del mundo.

Un espíritu divulgador para hacer más digerible la economía

El castellonense Agustí Segarra, -ex vicerrector de la URV y ex director general de Industria de la Generalitat, entre otras responsabilidades- es un catedrático atípico al que periódicamente le gusta salir de su zona de confort y hacer incursiones fuera de las revistas y editoriales científicas en las que ha firmado diversos libros y decenas de informes y artículos sobre emprendeduría e innovación empresarial. 'La senda del progreso. Un relato sobre las ideas económicas y el futuro del proyecto europeo' (disponible en papel y ebook en las principales librerías y plataformas digitales) es su tercera obra de divulgación, después de su estreno con '100 qüestions d'economia. Primera la vida que la borsa' (2014), a la que siguió 'L'aventura del mercat. Un relat d'economia recreativa' (2015), con Madagascar y el mercado de la vainilla como telón de fondo.