RRHH

Atravesar el vidrio sin romperlo

La igualdad es un concepto evolutivo que se gana en pequeñas batallas diarias en las que las decisiones que tomamos tienen un impacto superlativo

Javier Fañanás

Director de proyectos y consultor en The Skeye

 

 

Como bien sabéis nunca desprecio una buena polémica (bueno, tampoco las insulsas) ni dejo pasar un charco sin pisar; ahora no puedo menos que reflexionar en voz alta sobre la evolución del 8-M, el progreso evidente de la sociedad en el sentido correcto y algunas actitudes farisaicas acompañadas de poses para la foto. Y para atraer vuestra atención y evitar que saltéis a otro artículo, os cuento una escena impactante sin necesidad de remontarnos a aquel incendio con las 120 mujeres fallecidas defendiendo sus derechos.

Mi historia sucede en una sala de reuniones en la planta noble de un edificio de oficinas de, digamos, Barcelona, con una reunión masiva de la Dirección de una empresa multinacional, digamos Sale el Sol Inc, para tratar un tema de esos de Recursos Humanos en los que todos tienen opinión, saben lo que hay que hacer, pero nos dejan solos cuando hay que bajar a las trincheras por si les salpica. Ya había habido alguna tensa reunión previa de modo que todo el mundo asumió con naturalidad que una Directora, digamos que del departamento de Cuentas y Colores, espetó textualmente "¡C., me tienes hasta los c...! Podéis iros todos a... [permitidme que obvie las tres palabras que faltan]! ". La época era distinta - hace más de veinte años - y no era habitual ver mujeres en esas responsabilidades; yo venía de otro entorno en que esas cosas eran impensables porque el ambiente era mucho menos competitivo ... y porque no había mujeres en esos niveles.

Cada vez que promocionamos a alguien sin mirar el sexo, cada vez que obviamos la posibilidad de un embarazo como un factor a tener en cuenta, cada vez que pagamos a un candidato por su valía real... estamos contribuyendo a crear un mundo más justo e igual

Da igual cómo acabó la discusión o si hubo réplica. Recuerdo a esa mujer, brillante en su área y que ha hecho una buena carrera profesional después, defendiendo con ardor su postura en un entorno masculino con actitudes de macho, hoy afortunadamente superadas. Y le rindo pleitesía porque gracias a esas actitudes individuales valientes muchos hemos comprendido que la igualdad es un concepto evolutivo que se gana en pequeñas batallas diarias, batallas en las que las decisiones que tomamos los que tenemos alguna responsabilidad tienen un impacto superlativo.

Cada vez que promocionamos a alguien sin mirar el apartado "sexo" de su DNI (¿de verdad hace falta que eso figure?), cada vez que obviamos la posibilidad de un embarazo como un factor a tener en cuenta, cada vez que pagamos a un candidato por su valía real con independencia de si tiene que conciliar más o menos, cada vez que discriminamos en positivo para conseguir esas virtudes bien descritas por la inteligencia emocional, cada vez que rellenamos una encuesta sin masajear los datos para no tener que dar explicaciones, cada vez que hacemos esas cosas o una infinidad de otras en la misma dirección estamos contribuyendo a crear un mundo más justo e igual.

Falta mucho, y no debemos conformarnos con ver avances, con las cuotas en los Consejos, con disminuir la brecha salarial; no se trata tanto de competir como de constatar lo que esas mujeres están aportando y pueden aportar todavía más. Y asimismo no puedo menos que criticar el postureo de esos hombres que se hacen fotos molonas el 8-M o se ponen un fondo de pantalla reivindicativo y solidario que cambian a los dos días, los mismos que tardan en volver a sus comportamientos digamos que poco consecuentes, por ser generosos.

El 8-M se ha instalado en nuestras conciencias como un día de reivindicación; hagamos que cada día del año sea 8-M sin necesidad de recordar que no estamos todavía ahí. El objetivo es claro y la predisposición existe; es el momento de que todos, todos, seamos generosos en el esfuerzo y en la cesión de privilegios mal entendidos porque el premio es enorme. Romper el techo de cristal no es el premio, sino contribuir a que todas y cada una de las mujeres tengan las condiciones para atravesar ese vidrio hasta que nos demos cuenta de que esa metáfora ha quedado superada; ya está bien que el techo permanezca para que nos acordemos del punto al que no hay que volver en cuanto bajemos la guardia.

No digo que sea fácil ni inmediato, pero debemos seguir empujando para atravesar ese vidrio. Y mientras tanto aplaudiremos esos actos de rebeldía que nos acerquen al objetivo. La joven directora lo consiguió hace décadas, y he visto a muchas otras haciendo lo propio; démosle carta de naturaleza sin necesidad de que vayan acompañadas de comportamientos altisonantes porque esa es la nueva normalidad que necesitamos.

     La degradación de la política

En el momento de escribir estas líneas estamos asistiendo atónitos a un espectáculo en la Comunidad Autónoma de Murcia, espectáculo que daría para una sátira y unas buenas chirigotas si no tuviésemos en cuenta que nos cuesta una cantidad ingente de euros, cantidad que no dedicamos a otras áreas tales como Sanidad o Educación, y creo que todos entendemos lo necesitados que estamos de recursos en ellas. Y si solo fuese Murcia lo consideraríamos un hecho aislado que podría ser anecdótico, ya sabéis que una golondrina no hace verano, pero es preocupante que se ha expandido como una mancha de aceite (¿por qué no se extienden igual las buenas prácticas?) a otras comunidades. Y podríamos hablar de otras en que los objetivos estratégicos de mayor calado nos distraen de la resolución de los problemas del ciudadano de a pie, objetivo que debería ser el libro de cabecera de todos ellos, servidores públicos no lo olvidemos.

Romper el techo de cristal es que todas y cada una de las mujeres tengan las condiciones para atravesar ese vidrio hasta que nos demos cuenta de que esa metáfora ha quedado superada

¿En qué momento mantener un gobierno de un color determinado ha pasado a ser más importante que el bienestar de los votantes? ¿Por qué asumimos con naturalidad, como si fuese una plaga o una tormenta histórica, que habrá dos o tres meses de campaña y formación de un nuevo gobierno en que se hace poco o nada, principalmente enfocados en no meter la pata para que no nos reste votos en las elecciones? ¿De verdad no hay alternativa? ¿Y qué me decís de la proliferación de asesores, reales o ficticios, que salen como las setas en todos los escalones de la Administración, y tenemos unos cuantos?

¿Os imagináis que utilizásemos criterios de empresa privada para juzgar la necesidad de todos esos políticos y asesores? Parece que cuando el dinero tiene el apellido público las reglas de buena gestión se vuelven más laxas. El Consejo de Administración, ese que te pone una presión tremenda y una soga al cuello cada dos por tres, pasa a ser el cuerpo de votantes, un ente etéreo al que tratan como niños de pecho y al cual sustraen la leche materna para sustituirla por titulares de prensa; si añadimos el efecto adormidera originado por las polémicas del futbol o el nivel promedio de los realities (¿habrán leído un libro? Entre todos, quiero decir) y sus tertulianos, estamos tan saturados que la degradación de la vida política ya nos queda tan lejos como mis fotos con pelo, y lo volvemos a dejar pasar hasta la siguiente ocasión, olvidándonos de que hoy estamos cabreados. Y tenemos motivos para estarlo.