Management

‘Asorratado’

Salvador Martínez

Consultor en Organització, canvi cultural i RRHH

Aunque el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no recoge el vocablo "asorratado/a", se trata de una palabra -utilizada coloquialmente por albaceteños y albaceteñas- para dar a entender que una persona anda nerviosa, con el tiempo justo para llegar a un sitio, sofocada por la excesiva premura o urgencia. En definitiva, cuando estás "asorratao" (así la he oído pronunciar), te encaminas peligrosamente al síndrome del "Burnout", que en lenguaje castizo podríamos traducir como "achicharramiento".

A veces confundimos actividad con productividad, de ahí que las agendas repletas de tareas puedan parecer sinónimo de competencia. Hace unos años asistía a un partido de fútbol escolar entre dos colegios. Uno de los jugadores perseguía la pelota, corría, quería ocupar todas las posiciones (en otras palabras, quería ser la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro) ... pero acababa desordenando al equipo y provocando el desconcierto de sus compañeros. En un momento del partido, su propio padre le exhortó: "¡Deja de correr sin sentido, que vas como un pollo sin cabeza!".

Me inquieta que la velocidad que imprimimos a nuestra actividad nos cercene la necesaria reflexión, que no tengamos tiempo para pensar antes de actuar. Esto, a mi modo de ver, no disminuye la eficiencia, pues la calidad -a fin de cuentas- es hacer las cosas bien a la primera. ¿Qué pasaría si tuviéramos indicadores clave de rendimiento (KPI) de las tareas que tenemos que rehacer? Por ejemplo: correos electrónicos que necesitan dos o más explicaciones posteriores para interpretar el mensaje original; compromisos poco realistas que requerirán comunicaciones para excusar el incumplimiento; respuestas impulsivas que crean mal ambiente y precisarán tiempo y esfuerzo para recuperar la relación, etc.

Por supuesto que no abogo por eternizar las decisiones ni los trabajos a realizar, pero cuando todo es urgente, nada es importante. La tiranía de la urgencia nos impide priorizar, dar una jerarquía a las diferentes responsabilidades, porque todo hay que hacerlo ya. El diseño de una estrategia no requiere la misma reflexión ni tiempo de elaboración que una decisión operativa. Sin embargo, hay una voz invisible en muchas organizaciones que nos susurra al oído: "rápido, rápido, rápido". Hemos entrado en una dinámica en la que todo se consume con inmediatez, sin pensamiento crítico, sin dejar poso.

Muchas personas viven en un bucle inacabable de reuniones virtuales a través de alguna de las plataformas que la pandemia hizo tan necesarias. Pero del uso pasamos al abuso y, tras varias "Teams", va acrecentándose nuestra sensación de improductividad (pasamos más horas en la pantalla que ejecutando tareas) al tiempo que nos damos cuenta de que la ineficacia de las reuniones presenciales la hemos traspasado al mundo virtual. Aquí también necesitaríamos indicadores de control para medir la productividad obtenida en la ristra de encuentros virtuales (que, a veces, parecen encuentros en la tercera fase).

Dando por hecho que no todas las empresas se hallan en el mismo punto de "asorratamiento", el fenómeno es fácil de ver en nuestras organizaciones, y las consecuencias llegan en forma de dificultad, ya sea para mantener a la plantilla comprometida con los objetivos organizacionales, para proveer un clima organizacional saludable, disminuir el absentismo (incluyendo a quienes solo comparecen en cuerpo, pero se dejan el alma en casa) o dotar de sentido a la actividad que cada cual realiza.

No existe una vacuna universal que nos proteja, como organizaciones, ante esos riesgos, pero podemos empezar por practicar la humildad de sabernos terrenales (Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris. Génesis 3, 19). Bertrand Russell ya nos advirtió que "Uno de los síntomas de una crisis nerviosa es creer que el trabajo que hacemos es increíblemente importante". Recuerden aquella vieja canción interpretada por Julio Iglesias: "Al final las obras quedan, las gentes se van, otros que vienen las continuarán... la vida sigue igual".