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El juez de línea del Godó

Javier Fañanás

Director de proyectos y consultor en The Skeye

 

 

Me encontraba yo en ese estado de sopor totalmente compatible con una digestión. Muchos de vosotros coincidiréis conmigo en que poner la televisión en un volumen sutil ayuda a la conciliación de ese sueño que ayuda a la digestión porque permite concentrar los recursos corporales en la ardua tarea de transformar los alimentos en nutrientes, nada más importante; si además sintonizas una cadena de deportes en que el resultado te sea indiferente (el ejemplo estándar es las etapas llanas del Tour de Francia en las tardes de julio) estamos contribuyendo decisivamente al éxito de tan superlativo objetivo. Y acaeció que había dos señores corriendo por la pista del Club de Tenis Barcelona en el torneo Conde de Godó, uno de los más importantes en tierra batida, al ritmo que mis párpados hacían ímprobos esfuerzos para mantenerse a media asta; todo discurría dentro del esperado tedio antesala del sopor cuando algo desactivó el modo siesta de mi cerebro: un momento, ¿cómo puede ser que canten "No" en las bolas que botan fuera de la línea que delimita el campo si no hay ningún juez de línea?

Sí, ya sé que en otros torneos de pista rápida se han sustituido los jueces por sistemas inteligentes y precisos, y quizás también en este mismo y yo no había reparado, pero me sorprendió que en tierra - donde la pelota deja marca en el bote - hayan dado ese paso. ¿Dónde queda la liturgia de analizar la marca con el juez de silla? ¿Dónde la incertidumbre de si ese juez de línea con su sombrero con publicidad verá su decisión corroborada por el juez árbitro? ¿Y qué pasa con ese plano televisivo de su cara esperando la decisión como el reo su condena? Pues sucede que todo eso ha sido reemplazado por ese nuevo modelo que todos aceptamos como infalible, incluidos los propios jugadores que ni se acercan a ver si el bote de la bola toca la línea por un milímetro o deja ese mismo hueco. Eso es el progreso me diréis, y no os faltará razón, pero dejadme que rompa una lanza romántica por esos jueces de línea.

¿Qué ha sido de ellos? ¿Se han reconvertido a probadores de sistemas automáticos? ¿A vendedores de tecnología? ¿Qué ha sido de esos patrocinadores que les vestían con traje chaqueta elegante pero deportivo y les ponían un sombrero con la publicidad del banco X? ¿Se han quedado sin empleo y han engrosado las filas del paro, suponiendo que no fuesen amateurs y no tengan otro medio de vida, que sería lo normal pero a efectos argumentativos me viene bien? ¿Lo vieron venir o les ha pillado de improviso cual camarón que se duerme y se lo lleva la corriente?

Hombre, no hace falta tener mucha visión para pensar que eso podría suceder, no solo en este deporte sino en muchos otros por la proliferación del uso de tecnología; no voy a abrir el debate de la interpretación humana de esas decisiones tecnológicas y si favorecen a tal o cual equipo porque me faltaría espacio. Pues bien, mi amigo el juez de línea lo podía esperar y ha tenido tiempo de reconvertirse...exactamente igual que una infinidad de trabajos que nos parecían normales y han dejado prácticamente de existir. Sin pensar mucho, aquí tenéis unos cuantos:

  • Operadores de centrales telefónicas
  • Proyectistas de mapas
  • Técnicos de máquinas de escribir
  • Proyectistas de cine, rebobinadores, ensambladores de rollos, ...
  • Operadores de telégrafo
  • Cobradores de cabinas de peaje
  • Técnicos de revelado de fotos
  • Taquilleros
  • Repartidor de leche (ya sé que suena a viejuno, pero no me he podido resistir)
  • ...

Y podríamos hacer una lista enorme. ¿Qué ha sido de todos ellos? ¿Han desaparecido de un plumazo al ritmo que lo hacían sus empleos? No, ni hablar. Se han dedicado a otras cosas, trabajos que no existían o que ellos pensaban que no podían hacer, muchos en el sector industrial o en los servicios, y se han reconvertido. Y fijaos que no estoy hablando de Inteligencia Artificial, aunque la línea divisoria entre avance en tecnología e IA es cada vez más tenue. Pues bien, hay muchos trabajos que casi han desaparecido, y muchos otros que están en proceso, como estos:

  • Cajeros de supermercado. ¿Cuánto falta para la cuenta automática al pasar por un arco? La autocuenta actual es un paso
  • Analistas de datos básicos, los que bucean en bases interminables
  • Operadores de call center, muchos sustituidos por chatbots y asistentes de voz natural impulsados por IA
  • Transcriptores de audio a texto y traductores
  • Recepcionistas/telefonistas
  • Clasificadores de correo (¿existirá el correo postal en sí?)
  • Evaluadores de siniestros simples
  • Agentes de viajes (¿habéis probado a pedirle a la IA que os prepare un viaje de x días a Japón, por poner un ejemplo?)
  • ...

Podéis encontrar en cualquier foro un listado exhaustivo de trabajos que se están creando, muchos de ellos totalmente nuevos e incomprensibles para un iliterato como yo, o que están por crear. Aquí listo unos cuantos con el mero objetivo de inventariar y sorprender, con la inestimable ayuda de ChatGPT:

  • Ingeniero de prompts (Prompt Engineer), especialista en diseñar indicaciones efectivas para que sistemas de IA generativa produzcan resultados útiles.
  • Desarrollador de realidades extendidas (XR): crea experiencias de realidad aumentada (AR), virtual (VR) o mixta para entretenimiento, educación, salud o entrenamiento corporativo.
  • Técnico de mantenimiento de robots domésticos o industriales
  • Especialista en ética de IA y tecnología, profesionales que ayudan a empresas y gobiernos a aplicar principios éticos en el desarrollo y uso de tecnologías avanzadas.
  • Diseñador de experiencias de usuario en IA conversacional (UX para IA), que optimiza la forma en que las personas interactúan con asistentes virtuales, chatbots y otros sistemas de lenguaje natural.
  • Arquitecto de ciudades inteligentes (Smart City Architect), que diseña infraestructuras urbanas integradas con sensores, redes inteligentes y sistemas sostenibles.
  • Agricultor digital: usa drones, sensores e IA para mejorar cultivos, eficiencia hídrica y sostenibilidad.
  • Especialista en ciberseguridad cuántica
  • Técnico en impresión 3D avanzada
  • Guía de experiencias turísticas virtuales
  • ...

Os he dejado el argumento servido: no puedes reconvertir un taquillero (con el debido respeto) en un Prompt Engineer solo con desearlo. Es cierto, pero no lo es menos que en la historia de la humanidad cada revolución tecnológica o industrial ha generado muchas nuevas oportunidades de empleo. Y también es cierto que cada vez la cualificación profesional de la población es mayor desde el punto de vista educativo y competencial: en la década de mi nacimiento se estima que un 7% de los jóvenes entre 25 y 34 años en la UE tenía estudios universitarios, porcentaje que llega al 44% hoy, con países como Irlanda en que supera el 60%. Es decir, que los dinosaurios nos iremos jubilando y nuestro puesto será naturalmente ocupado por chavales jóvenes, bien educados y listos para ser Ingeniero de Prompts o diseñador de realidad virtual. Y sí, habrá un problemilla con los ninis (el mismo que ha habido siempre), con la indolencia de la generación Z (que será reemplazada progresivamente por la generación Alfa, hijos de millenials y 100% nativos digitales), con los no cualificados, etc pero tenemos lustros para la transición, tanto como sociedad como ellos a nivel individual. No debe darnos miedo el progreso: no está quitando puestos de trabajo, más bien al contrario, está abriendo nuevas oportunidades. Y no creamos a pies juntillas esos titulares catastrofistas sin bucear un poco más en el contenido; por ejemplo, según el Foro Económico Mundial en su "The Future of Jobs Report 2023", la IA eliminará 83 millones de empleos en 2027, un desastre; en ese mismo dossier, afirma que se crearán 69 millones de empleos en ese periodo en diferentes campos relacionados con la transición verde, la digitalización y el crecimiento de la economía del cuidado, y un desfase de 14 millones ya no parece tanto si tenemos en cuenta que hay otros sectores que pueden crear empleo.

Es cierto que las cosas suceden más deprisa cada vez. Hace cuatro días aprendimos el concepto globalización y ahora parece al borde del olvido; de la misma forma, otros conceptos nacerán y morirán, y nos adaptaremos como hemos hecho siempre porque eso forma parte del ADN del ser humano, y lo hacemos cada vez más rápido. Ya he recomendado en esta columna los libros de Yuval Harari (sí, el de Sapiens); no dejéis de leer Nexus porque os va a ayudar a pensar en temas relacionados con la información.

En fin, incluiremos el trabajo de juez de línea en el Godó dentro de los extintos, una mala noticia para los que nos gustaba la parafernalia del torneo y la oportunidad del error frente a máquinas supuestamente infalibles. Estoy convencido que encontraré otra opción igualmente apetecible para el sopor posterior al buen yantar.