La industria química española se reivindica como uno de los motores de la reactivación

El sector pone en valor su peso específico en el PIB industrial, su capacidad para crear riqueza y empleo de calidad y su efecto tractor sobre otros sectores

Redacció / Tarragona

La industria química es uno de los mayores sectores industriales del país. Según los datos de la patronal española del sector, Feique, la química genera el 13,4% del PIB industrial, y si se consideran los efectos indirectos inducidos representa el 5,5% del PIB nacional y el 3,7% del empleo nacional. Es, por tanto, uno de los principales motores económicos, pero no solo por su solidez y tamaño, sino, sobre todo, por su capacidad tractora de la economía y del empleo de calidad. De hecho, abastece de productos y tecnologías al 98% de los sectores productivos y se encuentra en la base de innumerables cadenas de producción.

Esta transversalidad inherente le convierte en un sector clave para la recuperación y le ha supuesto también un reconocido papel esencial en el contexto de la crisis causada por la pandemia. En ella se volcó desde el inicio aumentando su capacidad productiva y readaptando en muchos casos sus plantas de producción para garantizar la continuidad de las cadenas de suministro -severamente tensionadas- de muchos productos químicos de primera necesidad, especialmente en el ámbito sanitario, cuya demanda se elevó exponencialmente en el primer semestre de 2020.

Aunque el sector químico fue uno de los que mejor se desenvolvió al tratarse de una industria declarada como estratégica, también se vio directamente afectado por el desplome de dos de sus principales sectores demandantes como la automoción y la construcción. Este impacto se tradujo en una caída productiva de -0,4%, frente al -9% del conjunto de la industria, y del -2,9% de la cifra de negocios hasta los 64.519 millones de euros, a gran distancia del retroceso histórico sufrido por el PIB de España (11%). Así, en los últimos 15 años y a pesar de que la economía ha atravesado dos crisis muy profundas, el sector acumular un crecimiento del 30%.

En el caso de las exportaciones, el retroceso se elevó hasta el -6,1% (36.570 millones de euros), si bien continúa siendo un sector con capacidad de acceso en mercado exteriores, al ser el segundo mayor exportador de la economía española (por CNAE), justo por detrás del automóvil. Esta gran proyección internacional ha sido siempre una de sus principales bazas competitivas. Casi el 60% de su cifra de negocios la realiza fuera de nuestras fronteras, con un peso creciente de países de fuera de la Unión Europea en los últimos años 20 años como China, Suiza o Turquía. Esto evidencia su gran capacidad de adaptación y capilaridad en los mercados internacionales

Más allá de la capacidad de adaptación y compromiso del sector para garantizar las cadenas de suministro de áreas esenciales como la salud o la alimentación, el gran mérito del sector en 2020 se centró en la capacidad de generar empleo pese al retroceso de la cifra de negocios. La industria química siguió generando puestos de trabajo de calidad con un crecimiento del 2% de su fuerza laboral directa, alcanzando, así, su récord histórico hasta los 209.275 asalariados. Este dato refrenda el alto grado de compromiso del sector químico con la generación del empleo, que no solo ha mantenido, sino que lo ha impulsado en una coyuntura especialmente complicada. Esta cifra de empleo supera ya las 711.000 personas contando también los indirectos e inducidos.

Respecto a la estabilidad laboral, el 94% de los empleos directos de la industria química tienen carácter indefinido, lo que evidencia su calidad, con un salario medio por trabajador que supera los 38.000 euros anuales, un 59% más que el salario medio en España (24.000 euros/año).

Uno de los principales rasgos de este sector y clave de su competitividad radica en su capacidad innovadora. De hecho, la industria química sigue liderando la inversión en I+D+i de toda la industria, área a la que destina 1.038 millones anuales (excluidas compras) y donde lidera también la contratación de investigadores del sector privado, ya que 1 de cada 5 son contratados por la industria química. Esta apuesta por la innovación se encuentra directamente ligada a la consecución de los objetivos de descarbonización y economía circular y, junto con la digitalización, se sitúa como vector indispensable para ofrecer, por un lado, soluciones sostenibles a otros sectores, y por otro, para mejorar los procesos propios y ser una industria todavía más eficiente, productiva y segura.

Sin lugar a dudas, la industria química ha demostrado más que nunca ser estratégica para garantizar el funcionamiento y desarrollo de nuestra sociedad actual, sea cual sea el desafío que tenga ante sí y continuará siendo clave en el contexto de recuperación como sector tractor de la economía y proveedor de productos esenciales.