
El futuro de Dow Tarragona es tan apasionante como complejo. Si lo analizamos fríamente, estamos ya inmersos en dos de las transformaciones más importantes en la historia reciente del sector químico: dejar de emitir CO2 a la atmósfera y que nuestros productos incorporen más materiales reciclados y, al mismo tiempo, sean más fácilmente reciclables. Y, por si fuera poco, ambas transformaciones tienen que producirse en muy poco tiempo y en un contexto económico titubeante que, además, ofrece episodios muy comprometidos, como el reciente apagón eléctrico.
El desafío es de los grandes, pero lo afrontamos con entereza y ambición. En cuanto a la descarbonización, tenemos una hoja de ruta sólida que es apreciada por el territorio. Trabajamos sin descanso para que nuestro cracker, una planta importante no solo para Dow, sino para todo el país, continúe operando con la neutralidad de emisiones. Cuando hablamos de autonomía estratégica nos referimos a garantizar la capacidad de producción de un producto esencial como el etileno, reduciendo la dependencia de otros actores.
Y por lo que respecta a la circularidad, tenemos claro que si usamos nuestros residuos como materias primas garantizamos un futuro mejor para la ciudadanía. Ya tenemos experiencias positivas en este sentido (¿sabíais que los zapatos Crocs están fabricados con bioplásticos producidos en nuestras plantas de Tarragona?) pero somos más ambiciosos: en nuestro centro de innovación y desarrollo Pack Studios ya trabajamos juntamente con nuestros clientes para preparar muchos más productos que utilizaremos más pronto de lo que nos pensamos.
El futuro a corto y a medio plazo es apasionante pero el presente es más que incierto. Es difícil competir en un mercado global cuando dos de los factores más relevantes en el precio final de un producto, como los costes de la materia primera y de la energía, son sistemáticamente más elevados aquí que en otras partes del mundo, como Estados Unidos o China. Y que conste que cuando hago referencia a "aquí" no me refiero solamente a Tarragona o España, sino que me atrevo a hablar que es una desventaja global europea.
Queremos ser sostenibles, sin duda; pero solo podremos serlo si ahora somos competitivos, si nuestras plantas generan beneficios a las empresas. El equipo de Dow Tarragona pone cada día todo su empeño en ello, pero necesitamos que todos los actores implicados se comprometan con hechos tangibles a establecer un marco legal, energético y económico que nos ayude.